Rancho Las Voces: Arquitectura / Entrevista a Richard Rogers
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jueves, julio 18, 2013

Arquitectura / Entrevista a Richard Rogers

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El arquitecto italiano.  (Foto: Santi Cogolludo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 17 de julio de 2013. (RanchoNEWS).- El arquitecto Richard Rogers (Florencia, julio 1933) está a punto de ser octogenario, apunta a una incipiente sordera y se intuye que su memoria ya no es lo que era, así como la dislexia que sufre desde pequeño... En cambio, viste como un joven, camisa de color naranja butano y zapatos rojizos, y cuenta con entusiasmo de colegial los detalles de la exposición que le dedica a él y a sus obras la Royal Academy de Londres. Fuera, la ciudad del Támesis es su oficina; su hogar esta en el campo italiano. Una entrevista de Conxa Rodríguez para El Mundo:

Inside out (Al revés) es el título de la exposición que muestra la génesis de los edificios más emblemáticos del arquitecto. Ahí están los dibujos originales para el Centro Pompidou de París, que a finales de la década de 1970 puso a Richard Rogers y a Renzo Piano en el mapa de la arquitectura de vanguardia mundial. Estos dos mismos nombres pelean ahora contra el cielo de Londres; Renzo Piano con The Shard, el edificio más alto de Europa (310 metros) y Rogers, con el 'Rallador de queso', tal como se conoce su última obra, que ya surca el 'skyline' de la City. Cerca del 'Rallador de queso' se erige el edificio Lloyd's como otra obra puntera de lo que en la década de 1980 se llamaba arquitectura high-tec, un término definido por el uso de materiales metálicos o vidrios para la construcción, y que, como calificativo, ha quedado obsoleto a pesar de que los materiales continúan utilizándose.

El título Al revés alude también a la adaptabilidad de edificios y construcciones y a los cambios que requieren con el paso del tiempo. El arquitecto lo explica con un ejemplo: «Cuando proyectamos el Centro Pompidou, la biblioteca era de las convencionales, reunía libros; ahora, el papel lo sustituimos por la información electrónica y la biblioteca ya no es necesaria en las condiciones que la concebimos; lo mismo pasa en el edificio Lloyd's, allí ya no necesitan los despachos para papeles o documentos impresos como se requerían en su momento».

Otra de las obras que cobra prominencia en la exposición es la Terminal 4 del aeropuerto de Barajas. Rogers dice que, de construirla ahora, cambiaría algunas cosas. «En el momento que lo hicimos era lo que creímos adecuado... No diría que esté hecha a la perfección, hemos aprendido cosas. Aún así, yo prefiero la Terminal 4 a la 5 [de Londres] porque la 4 es un lugar más alegre y colorido, el problema son las largas distancias. La 5 está hecha en vertical; la 4 en horizontal porque teníamos mucho espacio, aunque es verdad que resulta un poco complicado acceder a las puertas de embarque».

Parece que se ha logrado un consenso: la T4 de Barajas es la terminal más llamativa y colorida pero no la más práctica de entre los muchos aeropuertos de última generación. «Los colores me gustan, hay más que el blanco y el negro y no hay ninguna razón para que todos seamos grises. El contraste de colores genera movimiento, y eso, en un aeropuerto va muy bien porque por allí la gente se mueve, está de paso, en Barajas teníamos 1.4 kilómetros de distancias y optamos por utilizar los colores del arco iris, mejor que los del parchís. Los colores me dan vida; es mejor citarse en la columna rosa que en el número 66. Los aeropuertos y las estaciones han de contribuir a hacer el viaje más interesante y estimulante, no deben ser centros comerciales con permiso para embarcar», prosigue el arquitecto, de generosas explicaciones.

Bendita samtidad

Ganador de numerosos premios y constructor del parlamento galés en Cardiff, Richard Rogers mira mucha más allá de los edificios que construye: es un urbanista que está desarrollando en la actualidad el concepto de «ciudad compacta». «Yo he trabajado siempre en grandes ciudades; en general hemos pasado del 10 al 60% de la población que vive en ciudades porque es donde están los puestos de trabajo y las relaciones sociales, los amigos y las familias. En esta definición de ciudad compacta se incluye la construcción vertical en contraposición a la horizontal». A diferencia de Barajas, Rogers defiende la vertical porque «es ecológicamente más sostenible que la horizontal, se gasta menos energía subiendo y bajando que trasladándose de aquí hacia allá».

«En general, el modelo de ciudad europea es más vertical, más ecológica que la ciudad americana, que tiende a ser horizontal. En Los Ángeles es necesario tener coche a no ser que se viva en un gueto muy pobre. Si la opción son coches o ascensores, los ascensores son mejores. Para oficinas, está comprobado que los edificios verticales son más eficientes», explica el urbanista lanzando una adivinanza recurrente en su discurso: «¿Cuál es la ciudad más densa de Europa?» Barcelona, se contesta a si mismo. «Está muy bien planificada», añade.

En la exposición Inside out se proyecta un fragmento de la película de Charles Chaplin Tiempos modernos, la secuencia que el actor y director, harto de apretar tuercas con las dos manos, se vuelve algo majara y cae por la cadena de producción dentro de las máquinas que le pasean entre ruedas y tornillos. El arquitecto cuenta que ha escogido este trozo de película «para hablar de cómo humanizar la tecnología, aunque nosotros no construimos máquinas, somos arquitectos que es una mezcla de científico, artista, ingeniero, sociólogo y político. Nadie ha explicado mejor que Charles Chaplin, ni con tanto humor, la deshumanización de la tecnología».

Y hablando de arquitectos como políticos, a Richard Rogers le cayó encima el peso de la comunidad judía de EEUU por apoyar a Palestina desde su despacho de Londres. La presión se convirtió en amenaza de boicot contra algunos de sus proyectos de construcciones públicas. ¿Están resueltos sus problemas con Israel o con los judíos americanos tras su disculpa? «He tenido algunos problemas sí, y no me he disculpado por nada, pero hemos llegado a un compromiso aceptable para todos».



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